ORACIÓN
TOMA DE LO MIO, SEÑOR
Es poco, pero te lo doy sinceramente
Mi tiempo, para que no lo pierda
Mi corazón, para que no se endurezca
Mis pies, para que no se desvíen de tu camino
Mi pensamiento, para que no se aparte de Ti
Mis manos, para que busquen a los demás
Mis ojos, para que te vea en las cosas de cada día
Mis labios, para que te alabe y te bendiga
Mi oídos, para escuchar tu Palabra
Mi alma, para que Tú la llenes con tu presencia
ESTE SEÑOR HA DADO LO QUE LE SOBRA
Hace dos semanas recibimos la noticia de que Amancio Ortega, dueño de Inditex y 3ª fortuna mundial, había donado 20 millones de euros a Cáritas. Un voluntario de Cáritas respondió con una carta diciendo que este señor ha dado de lo que le sobra y de lo ganado explotando a miles de personas por todo el mundo. Esto nos debe recordar que el Reino se construye desde abajo, desde el trabajo y unión de los más machacados y con los más ignorados. Pensar que el dinero o la hipócrita caridad de los poderosos pueden cambiar algo, es insensato. Quizás este señor podría ganar mucho menos, pagando mucho mejor y empleando a más gente: esa sería su gran labor social. Sólo la solidaridad de los que nada tienen o de los que no aspiran a «los mejores sitios de la sociedad» podrá cambiar el corazón del mundo y ser semillas de una nueva hermandad.
Un obispo en una visita pastoral a una parroquia preguntó a una niña: “Si todo lo bueno que haces en tu vida se pintara de color blanco, y todo lo malo que haces se pintara de color negro, ¿Tú de qué color serías?- y ella respondió: Yo sería a rayas.”
También hoy, tantas mujeres y hombres de fe sencilla y corazón generoso son lo mejor que tenemos en la Iglesia. No escriben libros ni pronuncian sermones, pero son los que mantienen vivo entre nosotros el Evangelio de Jesús. De ellos hemos de aprender los presbíteros y obispos.