«Cuando oréis decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación».
Un hombre soñó que era llevado al cielo. Deambulaba por el cielo cuando se encontró con Jesucristo que le invitó a asomarse y contemplar lo que pasaba en la tierra.
Vio una iglesia donde se celebraba la misa del domingo.
El organista tocaba entusiasmado y sus dedos se movían con gran agilidad y las teclas subían y bajaban, pero no podía oír ningún sonido.
Veía el grupo de cantores, bocas abiertas, pronunciando todas las palabras, pero no podía oír ningún sonido.
Veía al sacerdote y a los fieles que se levantaban y se sentaban y abrían sus bocas para recitar las oraciones, pero no podía oír ningún sonido.
Asombrado, se dirigió a Jesús y le preguntó por qué no podía oír nada. Jesús le contestó: «Tienes que entender que si no oran y cantan con sus corazones aquí no podemos oírles».
PADRE NUESTRO
Padre, Padre y Padre nuestro,
-Todos juntos te queremos.
Eres un Padre estupendo,
-Eres un padre muy bueno.
Y, aunque vives en el cielo,
-Con nosotros, te queremos.
Queremos que nos ayudes,
-Te queremos ayudar.
-Queremos que nos perdones
-Y queremos perdonar.
-Queremos pan para todos,
-Queremos paz y alegría,
-Queremos que nos lo des
-A todos y cada día.
Padre, Padre, Padre nuestro
-Todos juntos te queremos.
DANOS LA PAZ DE CADA DÍA
Y EL PAN DE TODOS LOS DÍAS
LO SIENTO
Y SIENTO DENTRO TU PERDÓN