«Hijo, ve hoy a trabajar en la viña»
S. Mateo recoge el conflicto de Jesús con los «jefes» religiosos de Jerusalem a partir del cap. 21. La tensión va en aumento. Pero Jesús habla con todos, también con sus enemigos.
Hoy les propone una parábola, válida, por supuesto, para nosotros. Las parábolas son tomadas de una experiencia diaria; nos provocan; ponen en juego la verdad de lo que somos por lo que hacemos. También la Parábola de hoy.
El padre propopone a sus hijos ir a trabajar a la viña; los dos mienten con la respuesta: voy y no va -dice el primero-; no voy y va -dice el segundo-. Seguro que nos pasa como a tantos otros: tardamos en convertirnos, nos parecemos a Nicodemo, a la Samaritana, a Zaqueo; como ellos necesitamos tiempo y la paciencia de Dios que hace posible nuestro proceso…¡cuántos tropiezos hasta encontrar el Camino!. Nuestra verdad está en las obras, no en las palabras.
Dios no quiere la muerte, sino la vida; si el pecador que miente con las obras de su vida «recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá» (1ª lectura). Dios no se acuerda de nuestros pecados, siempre celebra nuestra conversión: «recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna» (salmo 24).
Para S. Pablo vivimos la Verdad en el Espíritu si nos mantenemos «unánimes y concordes, con un mismo amor y un mismo sentir» (2ª lectura). Aprendamos de la Encarnación del Hijo de Dios, Jesús: «se despojó de su rango, pasando por uno de tantos…se rebajó…Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre». Oremos: concédenos, Señor, congruencia, prontitud, disposición…concédenos las obras del amor; ayúdanos a no mentir con buenas palabras, Amén.
Jaime Aceña Cuadrado