DOMINGO XXVII T.O.
Continúa el conflicto de Jesús con los jefes de Israel. Hagamos memoria: Dios formó un Pueblo en Egipto; lo hizo propiedad personal compartiendo su historia, corrigiéndole y mostrando el camino por medio de los profetas. Incluso, el Evangelio se dirige sólo a Israel al principio con mensaje claro: ha llegado el momento de anunciar y llevar la salvación a todas las naciones.
Para comprender la parábola de hoy, identifiquemos al Pueblo como viña del Señor; los viñadores son los jefes de Israel. (Evangelio). Los viñadores mataron a los criados primero, al hijo del Amo después. ¿Por qué?: no obedecen al Dueño, quieren apropiarse de la Viña…se repite la ambición original de querer ser como Dios.
Nosotros somos Viña del Señor; si rechazamos al Enviado y no damos frutos se nos quitará el Reino de los cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos». ¿Qué frutos espera el Señor de nosotros?; la respuesta la encontramos en el texto de Isaías:»esperó de ellos derecho, y ahí tenéis asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis lamentos» ( 1ª Lectura).
En todo lo bueno hay una huella de Dios creador y salvador; Pablo nos exhorta a cultivar y disfrutar «lo verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable…y el Dios de la paz estará con vosotros» (2ª Lectura). Son los frutos del Espíritu derramado en nosotros por Cristo, cuya Palabra encarnada, crucificada y resucitada ha inaugurado la Segunda Creación, la nueva y dafinitiva Creación.
Jaime Aceña Cuadrado cmf