DÍA 14 DE ENERO: DOMINGO IIº DEL T. O.
«Maestro, ¿dónde vives?».
Nos lamentamos de la escasez de vocaciones en los países de arraigada tradición cristiana. La media de edad de los sacerdotes y de los consagrados-as es de 68 años. Hace años vemos la urgencia de convertir nuestra Pastoral en «cultura vocacional»: que todas las acciones que la Iglesia realiza ayuden a descubrir la llamada de Dios personal a cada uno de nosotros, los bautizados.
Escribe el Papa Francisco: «cada cristiano y cada comunidad discernirán cuál es el camino que el Señor les pide, pero todos estamos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio». (E. Gaudium,20).
La Palabra de hoy nos ofrece las claves para poder responder a esta llamada: vivir la fe en actitud de búsqueda permanente, provocada por el testimonio de alguien que vive la fe en el Mesías y anuncia su presencia, como hizo Juan el Bautista a sus disípulos. (Evangelio). Lo decisivo no es saberse el Evangelio, sino encontrarse con el Maestro; este encuentro transforma y convierte al discípulo en testigo: Andrés le dijo a Simón: «hemos encontrado al Mesías». Y Jesús le cambió y comenzó a ser Pedro.
La mejor actitud para responder a la llamada es, también, la de Samuel: vida recta, sincera, oídos atentos a Dios, disponibilidad absoluta: «Habla, Señor, que tu siervo escucha» (1ª lectura).
La carta a los Hebreos aplica el salmo 19 a Jesucristo, en su entrega obediente al Padre, modelo de fidelidad vocacional: «aquí estoy para hacer tu voluntad». Y S. Pablo nos alerta de lo que puede hacer imposible la respuesta vocacional, sacerdotal, consagrada, laical…»el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor» (2ª lectura). Por el Baustismo somos Cuerpo de Cristo y Templos del Espíritu. La respuesta vocacional o es entrega al Amor de Dios en el prójimo o no es posible. ¿Me inspira la Caridad, con sus obras, en mi vida de discípulo?.
Jaime Aceña Cuadrado cmf