DOMINVO VIº DEL T. O. 11 DE FEBRERO-18

Manos Unidas sacude nuestra rutina comunitaria y nos invita a compartir vida, experiencia y bienes para hacer realidad el sueño de Dios: que todos tengamos una vida digna porque la Justicia erradique el drama que esclaviza a los hambrientos: 795 millones pasan hambre, más de 3 millones de niños mueren al año por desnutrición…»Comparte lo que importa», es el lema de este año.


«Quiero: queda limpio»

Manos Unidas sacude nuestra rutina comunitaria y nos invita a compartir vida, experiencia y bienes para hacer realidad el sueño de Dios: que todos tengamos una vida digna porque la Justicia erradique el drama que esclaviza a los hambrientos: 795 millones pasan hambre, más de 3 millones de niños mueren al año por desnutrición…»Comparte lo que importa», es el lema de este año.

Y el mapa del sufrimiento sigue completándose: más de 4.000 niños migrantes son huérfanos de todo en España; centenares de miles de personas son esclavizadas por «la trata» en el mundo…

Jesús era muy sensible al sufrimiento de los marginados. Nos preguntamos: ¿a quién curaría Jesús hoy?; ¿a qué marginados podemos devolverles su dignidad?.

Marcos relata la curación de un leproso; muestra la cercanía de Jesús con los excluídos. La lepra era una maldición y un castigo por el pecado. Los leprosos no podían ir al Templo, ni vivir en los pueblos; son impuros. Hoy llama la atención la súplica del leproso: «si quieres, puedes limpiarme» (Evangelio). Jesús se conmueve, le toca diciendo: «quiero,queda limpio». Así acontece el Reino de Dios con estos signos de sanación que Jesús realiza; el leproso recupera su dignidad, dá gracias y pondera la liberación que Jesús ha realizado con él.

Tenemos noticias de colectivos marginados, marcados por la «lepra moderna»: hambrientos, huérfanos, compraventa de personas, esclavos sexuales, toxicómanos, personas sin techo…Prolonguemos la sanación de Jesús porque nos mueve su Espíritu. Le seguimos si nuestra oración se verifica con obras concretas a favor de los excluídos, aunque lleguemos a pocos; que los marginados, amados, puedan orar con nosotros: Señor, «tú eres mi refugio; me rodeas de cantos de liberación» (Salmo31).

Jaime Aceña Cuadrado cmf.

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