DOMINGO IV DE PASCUA.- 22 de Abril
«Yo soy el Buen Pastor»
Los colectivos sociales se quejan de la corrupción de bastantes dirigentes; nuestras comunidades parroquiales padecen o se alegran de sus sacerdotes y pastores; hoy es la Jornada de Oración por las vocaciones consagradas; miremos al modelo: Jesús, el Buen Pastor.
Lo que dice y vive Jesús: «Yo, buen pastor, doy la vida por las ovejas» (Evangelio): curaba enfermos, devolvía la vista a los ciegos, daba Vida; el asalariado se aprovecha de las ovejas. Si da la vida por el rebaño es porque las ovejas tenemos un valor infinito, somos amados por el Padre-Dios, somos sus hijos por el pastoreo de Jesús.
«Yo, buen pastor, conozco a mis ovejas»: conoce nuestra historia personal, nuestra situación, nuestro nombre…si escucho su voz que me llama, me recrea, me hace nacer de nuevo.
«Mis ovejas me conocen»: Si le seguimos, le conocemos más cada día; este conocimiento es comunión con el Padre, en el Hijo, por el Espíritu Santo.
«Tengo otras ovejas»: no están dentro del aprisco eclesial, pero son de Cristo en diferentes culturas y religiones.
«Las tengo que atraer»: viven en el atrio de los gentiles; a ellas les llega la voz del Buen Pastor por el compromiso misionero de los que le siguen. ¿Colaboramos en la misión?.
Seguimos escuchando el testimonio de Pedro (1ª lectura); el mérito de la curación del paralítico es de Jesús, no suyo. Y Juan resalta la dignidad a la que Dios nos ha llamado: «mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos» (2ª lectura). Cuando se descorra el velo veremos a Dios cara a cara, quedaremos deslumbrados al ver lo que somos.
Demos gracias al Buen Pastor porque nos busca cuando nos perdemos, porque da la Vida, porque es la piedra rechazada y «ahora es la piedra angular» de nuestra Comunidad, (Salmo 117).
Jaime Aceña Cuadrado cmf