SMA.TRINIDAD 27 de Mayo
«…bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo»
Si miramos más allá del ombligo de Occidente, constatamos que la mayoría de la humanidad cree en Dios. Por estos lares crece el vértigo de no saber hacia donde nos lleva la revolución informática y técnica; los que están en la frontera de este progreso nos aseguran que la vida de las personas va a experimentar profundos cambios; la sociedad futura será muy distinta a la actual. ¿Habrá sitio para Dios?.
Israel llega a la experiencia del monoteísmo (fe en un sólo Dios), por su historia; experimenta la cercanía de Dios en la revelación del Sinaí y en la liberación de la esclavitud de Egipto; no hay más dioses; sólo salva el Dios Único, Yahvéh. (1ª lectura).
¿Comparte Dios, ahora, nuestra historia?; ¿le importa lo que nos pasa, nuestro dolor, nuestro anhelo de libertad, de felicidad?.
Sólo hay un camino para conocer-amar a Dios: Jesucristo. Su Palabra no envejece: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra: Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Evangelio).
Por el bautismo somos por gracia lo que Jesucristo es por naturaleza; somos hijos de adopción, somos hijos de Dios en el Hijo, porque hemos recibido su Espíritu en el bautismo: «habéis recibido no un espíritu de esclavitud para recaer en el temor; sino un espíritu de hijos adoptivos que nos hace gritar: Abba, Padre». (2ª lectura). Soos herederos del Reino; estamos en camino hacia la meta acompañados por el Resucitado. Salen a nuestro encuentro dificultades; el camino es largo.
Aquí no corren tiempos favorables al encuentro con Dios; la increencia de hoy recuerda la crisis de Rusia en los siglos XVII y XVIII; los pueblos que la invadieron destruían monasterios, iglesias…muchos pensaron que era el fin. El monje Rublov pintó el alma profunda del pueblo ruso en el Icono de la Sma. Trinidad. La Comunión del Padre-Hijo y Espíritu Santo, reunidos en «consejo», es invitación a entrar en su reunión a todo el que contemple y ore ante el Icono. Es el hogar que siempre anhelamos, aun en medio de la destrucción o de la increencia y apostasía silenciosa.
Cómo no recordar a S. Juan de la Cruz en esta hora: «¡qué bien sé yo la fonte que mana y corre aunque es de noche. Su origen no lo sé, pues no lo tiene, más sé que todo origen de ella viene, aunque es de noche. Bien sé que tres en una sóla agua viva residen, aunque es de noche»…
Todo en nuestra vida cristiana mana y se realiza por nuestro Dios, que es «familia» de tres personas, en la que entramos por los sacramentos, nos mantenemos en este Hogar por la oración y la caridad fraterna y salimos impulsados a invitar a otros a formar parte de este Reino, de este Hogar.
Oremos: «Padre de todos, siempre joven, al Hijo-amado-eterno engendras y el Santo Espíritu procede como el Amor que a los dos sella. Padre…danos ser hijos en el Hijo y hermanos todos en tu Iglesia.» (Himno de Laudes).
Jaime Aceña Cuadrado cmf