DOMINGO XI DEL T.O. 17 de Junio
«La semilla germina y va creciendo»
Todos anhelamos un futuro personal y social mejor. Aunque nos tienta la aparente seguridad que nos da el dinero, la Palabra de hoy nos asegura que nuestro futro venturoso está en el camino de Dios, no en «los altos cedros» de los poderes de este mundo, entonces Babilonia (1ª lectura) y hoy los círculos financieros que pretenden imponernos valores, cambios políticos…Dios seca los árboles altivos, en los que la mayoría confía, y da vida al pequeño retoño, el Mesías.
Dios nos amonesta, a veces con mano dura, siempre con mano paternal; nos urge a la conversión para dejar de ser árboles inútiles y llegar a ser plantas frondosas: «el justo crecerá como la palmera…es bueno dar gracias al Señor» (salmo 91).
La vida del discípulo de Jesús se presenta como algo pequeño, ineficaz dentro de la soociedad; no añoramos grandezas altivas de tiempos pasados; pero lleva en sí misma el poder de transformar a esta misma sociedad en una conciencia nueva, fraterna, espiritual, eterna; tratamos de agradar a Cristo (2ª lectura).
Las dos parábolas del Evangelio presentan el Reino de Dios como una semilla pequeña que tiene fuerza del Espíritu Santo en su interior para crecer progresivamente, hasta su total perfección; al principio tiene apariencia humilde pero su desarrollo es sorprendente; hagamos memoria de nuestra historia personal de salvación; recordemos el camino de renovación de la Iglesia, de la Congregación, familias creyentes…
Cultivemos la fidelidad al Espíritu tratando de agradar a Cristo para que cada uno recibamos el Premio que anhelamos: «vivir junto al Señor».
Jaime Aceña Cuadrado cmf