DOMINGO XII DEL T.O. 24 de Junio 2018
«¿Por qué sois tan cobardes?»
El mar se relaciona con los enemigos de Dios en la Biblia: en él se ocultan los espíritus inmundos, las tinieblas…hoy meditemos la Palabra del Domingo con el símbolo del mar, figura de las dificultades que asaltan nuestra vida de fe y de los frenos que nos impiden seguir a Jesús.
Dios habla a Job en medio dela tormenta según la forma habitual de las manifestaciones divinas (1ª lectura). Dios todopoderoso dirige el mundo con sabiduría, domina el mar y se digna hablar con Job y discute con él.
En el Nuevo Testamento ya no habla desde la tormenta, sino que habla en Jesucristo que domina el mar y todos los elementos (Evangelio). S. Marcos nos sitúa la escena al atardecer, próximas las tinieblas de la noche; Jesús toma la iniciativa: «vamos a la otra orilla»; nos invita a superar rutinas para abrirnos a experiencias nuevas, a sembrar el Evangelio en otros contextos; las dificultades son las tormentas, las crisis, las divisiones…mientras el Maestro no abandona la barca; las preguntas de Jesús abordan la profundidad de nuestra fe y la sinceridad en nuestra relación con Él: «¿por qué sois tan cobardes?; ¿por qué no tenéis fe?». Reconozcamos que el miedo y la búsqueda de seguridad material nos paralizan a la hora de sembrar el Evangelio en ambientes de increencia.
¿Qué hacer?: vivir con Jesús, escuchar su Palabra, no abandonar la barca de la comunidad, y admirar el poder de Jesús: «hasta el viento y las aguas le obedecen».
Sepultados con Cristo por el Bautismo, con Él hemos resucitado a una vida nueva para Dios y para Cristo. Renacidos juzgamos según el Espíritu, no según la carne (2ª lectura). La Vida nueva no evita dudas, crisis…pero el Espíritu labra en nosotros la imagen de Cristo: «lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo».
Llamados a la santidad «damos gracias al Señor porque es eterna su misericordia» (salmo 106); sabemos de quién nos hemos fiado: «apaciguó la tormenta en suave brisa y enmudecieron las olas del mar. Se alegraron de aquella bonanza, y Él los condujo al ansiado puerto». Confiados en Dios, vencemos los miedos que nos paralizan y nos acobardan. Sembremos el Evangelio con alegría. La semilla tiene fuerza para crecer y dar fruto. Nosotros sembremos. Él dará el fruto.
Jaime Aceña Cuadrado cmf.