DOMINGO XXXIV del T. O. 25 de Noviembre
«Mi Reino no es de este mundo»
Es constante en la historia el esfuerzo imperialista por dominar los pueblos, cuantos más mejor: en la Edad Antigua, Media, Moderna, Contemporánea; es constante, también, el fracaso de este intento.
En «la hora» de la Pasión, S. Juan presenta a Jesús como «Rey de los judíos», un Rey fracasado para las sociedades de su tiempo y para las de hoy: es coronado de espinas, antes aclamado y, en ese momento, rechazado; entronizado como rey-juez en la cruz…comprendemos mejor el diálogo de Pilato con Jesús desde su Pasión: «¿eres tú el rey de los judíos?…mi Reino no es de este mundo…soy rey. Todo el que es de la Verdad escucha mi voz». (Evangelio). Es Rey del Universo porque todos somos libres para escuchar y acoger su Verdad, su mensaje, su persona. La Verdad es Él mismo.
Se abre camino el Reino de Dios; el Hijo del Hombre, representante de los justos, será el Rey del reino futuro. Vencerá desde la humildad a los grandes poderes de la tierra; crecerá poco a poco hasta que la Gloria de Dios se manifieste: «a él se le dió poder, honor y reino» (1ª lectura).
El salmo 92 expresa el júbilo de los judíos repatriados de Babilonia; al reconstruir Jerusalem proclaman el Reinado de Yahvéh y renuevan la Alianza; con más motivo, los discípulos del Resucitado expresamos el entusiasmo porque reina en nuestros corazones, nadie puede vencerle porque su Reino no es de este mundo: «tu trono está firme desde siempre y Tú eres eterno».
Reconocemos a nuestro Rey crucificado, Cordero degollado, Víctima inocente «que nos ha liberado de nuestros pecados por su sangre» (2ª lectura). Reina en nuestros corazones porque hemos encontrado en Él la Verdad que nos hace libres, el Camino que impulsa nuestra Esperanza y la Vida que ni el dinero, ni el consumo, ni las ofertas efímeras de este mundo nos pueden dar. «Tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor, Amén». ¿Cómo vendrá este Reino a «los sin techo», a los parados, a los empobrecidos?. No es Rey para que nos crucemos de brazos y nos pueda la acedia.
Jaime Aceña Cuadrado cmf