DOMINGO IV DE ADVIENTO día 23 de Diciembre
«¡Dichosa tú que has creído!»…
Estos días se aceleran las felicitaciones y buenos deseos, incluso con regalos. ¿Qué celebramos en Navidad?. Todo lo que es importante en la vida lo preparamos con esmero, con sacrificio y dedicación: exámenes, oposiciones, intervención quirúrgica, inversiones…¿Cómo hemos preparado la Navidad?; no es poco si preparamos la convivencia familiar, el encuentro con amigos que echamos de menos, ¿olvido celebrar el nacimiento del Niño-Dios?. De tí y de mí depende que esta Navidad sea cristiana para nosotros (familia, parroquia), o sea otra cosa.
La palabra de este Domingo anuncia el nacimiento de un Niño. En un contexto de amenazas y destrucción, Miqueas mantiene la esperanza del «resto» creyente de Israel, que se va a salvar por un futuro Rey que será Pastor de su pueblo (1ª lectura). Va a nacer en Belén de Efrata, que es pequeño como «el resto» creyente en la Promesa. Su poder será universal y no sólo traerá la Paz, él mismo será la Paz.
Algunas intervenciones de Dios en la historia de Israel se califican como «visitas» de su Señor a su pueblo o a una persona que va a influir en la vida del pueblo. La visita del Señor a la familia del Bautista se realiza con la prfesencia de María, madre de Jesús (Evangelio). María no se queda en Nazaret, se pone en camino, «aprisa». María está como Madre en la salvación definitiva del pueblo, que se va a prolongar en el nuevo Pueblo de Dios que es la Iglesia. La nueva fe la expresa Isabel, alentada por el Espíritu Santo: «Bendita tú entre las mujeres…». La bendición va acompañada del asombro: «¿quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?». A la bendición y al asombro humilde se unen la alegría y la esperanza en el cumplimiento de la Promesa, porque Dios es fiel: «¡dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá!».
La Visitación de María a su prima Santa Isabel nos da las claves para que nuestra Navidad sea cristiana: salir al encuentro del prójimo, compartir las novedades que nos depara la vida. servir, bendecir, compartir la alegría de la fe porque Dios ha nacido y sigue naciendo en nuestra historia personal y social: «aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad» (2ª lectura). Su Amor y entrega nos alientan a ser estrellas que reflejan su Luz y nos impulsan a ser guías para que los alejados lleguen al Portal, al encuentro con Enmanuel, «Dios con nosotros». Así es sincero y cristiano nuestro saludo: «¡Feliz Navidad!».
Jaime Aceña Cuadrado cmf