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DOMINGO XXV del T. O. 22 -9-2019

«No podéis servir a Dios y al dinero»


«Poderoso caballero es don Dinero» (Quevedo). En este tiempo añadiríamos que es «el más poderoso». Por conseguir su poder han estallado las guerras que en la historia han sido, aunque se diga que son santas y se motiven con el nombre de Dios; por conseguir su poder se han quedado pequeñas las plagas y pequeños los jinetes del Apocalipsis si cuantificamos las víctimas del comunismo y del nazismo; la avaricia de los que atesoran a costa de millones de muertos por el hambre o por enfermedades curables…la enumeración incluye al terrorismo y a los nacionalismos excluyentes…¡todo por dinero!, sin olvidar el abismo de ruptura social que reflejan los rascacielos rodeados de chabolas…

Hoy el capítulo 16 de S. Lucas sacude nuestras rutinas y conciencias adormecidas; nos plantea la actitud de los cristianos ante los bienes terrenales que en la sociedad ocupan el lugar del Dios-Amor. El administrador infiel es alabado por su sagacidad porque busca su seguridad futura con el fraude que favorece a los deudores perjudicando a su amo (Evangelio). Debemos espabilar en la búsqueda de la salvación; ser sagaces como los hombres mundanos pero sin identificarnos con sus objetivos; seamos sagaces porque es más valiosa la salvación eterna que la adquisición de bienes efímeros; espabilemos porque «los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz».El apego a las riquezas es incompatible con el compromiso por construir el Reino de Dios. Es imposible seguir a Jesús con las riquezas a cuestas.

El profeta Amós denuncia la prepotencia de los comerciantes que amasan su riqueza abusando del pobre: «jura el Señor, por la gloria de Jacob, que no olvidará jamás vuestras acciones» (1ª lectura). A esta denuncia responde el salmo 112: «alabad al Señor que ensalza al pobre»…»levanta del polvo al desvalido». Cristo, que se abaja y humilla, realiza el compromiso de Dios-Padre de levantar al pobre; Cristo se hace pobre y nos libera de la injusticia y de nuestras esclavitudes.

Oremos porque amanezca el orden justo que Dios quiere; oremos por los que pueden construir una paz duradera (2ª lectura). «Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad»…

Jaime Aceña Cuadrado cmf

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