DOMINGO XXVIII del T. O. 13 de Octubre-2019
«¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Las noticias recogen enfrentamientos entre grupos humanos, razas, partidos políticos…en la sociedad unos tienen más oportunidades que otros, unas personas cuentan con más posibilidades que otros para entrar en el mercado laboral; ¿cómo actúa Dios?, ¿clasifica a las personas, tiene preferencias?. La Palabra de este Domingo deja clara la respuesta: Dios no hace acepción de personas; meditemos con sosiego las lecturas.
En tiempos del profeta Eliseo, el sirio Naamán, leproso, es sanado por obedecer al profeta y bañarse siete veces en el rio Jordán (1ª lectura).. El proceso de fe de este extranjero retrata nuestra relación con Dios, nuestro propio proceso de fe; pasa de la duda a la confianza, su adhesión es sincera y llega a confesar públicamente que el Dios de Israel es el único Dios verdadero. En su proceso de fe necesita la mediación del profeta, que es ejemplar porque Eliseo no trafica con las cosas sagradas. ¿Confío sinceramnete en Dios?.
Diez leprosos salen al encuentro de Jesús, el Profeta, y de lejos le hacen esta súplica: «Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros» (Evangelio). El mandato de Jesús de presentarse todos a los sacerdotes está de acuerdo con la ley recogida en Levítico 13. Obedecen a Jesús «y mientras iban de camino, quedaron limpios». Un extranjero, samaritano, vuelve a dar gracias a Jesús; de su nuevo encuentro con el Maestro deducimos que condición esencial para seguirle es la GRATITUD, la Fe agradecida; «tu fe te ha salvado», -porque me reconoces como Maestro y Mesías, me suplicaste y obtuviste tu sanación salvadora-.
El salmo 97 es plegaria agradecida porque Dios ofrece la Salvación a todos, sin distinción de origen o raza: «el Señor revela a las naciones su justicia». ¿Comparto el entusiasmo y la gratitud de los liberados?.
Ser cristiano no es cumplir normas sino permitir a Jesucristo ser fundamento, centro y meta de mi vida. S. Pablo le apremia a Timoteo:
«acuérdate de Jesucristo resucitado de entre los muerto» (2ª lectura).
Tendremos luchas, cruces, pero insiste el Apóstol: «si morimos con Él, viviremos con Él, si perseveramos , reinaremos conÉl». Vivir en Cristo es la meta y lo máximo de la sanación-salvación. ¿reconozco mi lepra?, ¿confío en este Médico hasta abrirle sinceramente el corazón para que sea mi Señor y mi Meta?
Jaime Aceña Cuadrado cmf