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SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS. 1 de Enero de 2020.


¡Cuántos buenos deseos expresamos para el año que comienza, el 2020 después del nacimiento de Cristo. Los buenos deseos se convierten en bendiciones cuando invocamos el nombre de Dios sobre la familia, sobre un amigo, sobre la comunidad parroquial. El nombre de Yahvéh está unido a Israel, como el nombre de una esposa a su marido.
La invocación a Dios sobre el pueblo es fuente de bendiión: «ilumine su rostro sobre tí y te conceda su favor. El Señor se fije en tí y te conceda la Paz» (1ª lectura).

Los pastores encuentran a Jesús con María, su madre, y con José.Si el ideal de Israel era escuchar la Palabra de Dios, María es el ideal del pueblo por su «sí» total a la voluntad de Dios; María es Madre porque acoge en su corazón la Palabra de Dios; esta maternidad es dolorosa: turbación, intemperie, dolor anunciado (Evangelio).La voz y la voluntad de Dios le llega por su Hijo, por el anciano Simeón, por los pastores; «María guardaba todas estas cosas, las meditaba en su corazón»; María es peregrina de la fe, su maternidad no termina con lo acaecido en Belén, ni en la presentación de Jesús en el Templo; su maternidad culmina en la Cruz y se prolonga, por los siglos en Iglesia.

El pueblo cantaba el salmo 66 para agradecer la cosecha a Dios; al recitarlo en nuestras Asambleas litúrgicas expresamos la gratitud por el nacimiento de Jesús, el Mesías, porque el Señor tiene piedad y nos bendice y alienta nuestra convivencia hasta la plenitud de la Pascua.

La Encarnación y el Nacimiento de Cristo cumple y realiza una larga esperanza de los hombres (2ª lectura). Con Él se inicia la plenitud de los tiemposporque Jesús nos hace hijos de Dios y nos libera de las ataduras de la ley mosaica.; así entra en nuestra historia y en nuestra condición humana; tiene madre, es en todo semejante a nosotros menos en el pecado; nos libera de la ley haciéndonos, si le acogemos, hijos del Padre, en Él.

Hoy es Jornada de oración por la Paz; el Papa Francisco nos invita a pacificarnos cada uno primero, acogiendo de corazón al Principe de la Paz e imitando a María en su obediencia para ser artesanos de la Paz en la convivencia diaria, familiar, vecinal, laboral.

Jaime Aceña Cuadrado cmf

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