ES VIERNES SANTO 10 de Abril de 2020
Hoy ponemos la Cruz en el centro de la Liturgia y de nuestro corazón; no adoramos la cruz como una cosa, sino porque en ella agoniza y muere Jesús, obediente al Padre y por amor a todos nosotros; es víctima, sacerdote y altar; se inmola a sí mismo; en su sacrificio incorpora el dolor y sufrimiento de todos.
Esta tarde nos apegamos a este Cristo crucificado, que nada ni nadie nos separe de Él. Sus heridas y su sangre nos sanan, nos libran de la esclavitud del pecado.
Escribe S. Hipólito en el siglo IIIº: «A su sombra he puesto mi tienda…es mi defensa frente al temor, mi sostén en el tropiezo, mi premio en la lucha, mi trofeo en la Victoria, árbol de vida eterna, tu cima roza el cielo y el amor de Dios brilla en tus brazos abiertos».
En nuestro tiempo, José Luis Blanco Vega escribe:
«Cantemos el triunfo de la sangre y del madero; y un Redentor, que entrance de Cordero, sacrificado en cruz salvó la tierra…dulces clavos, dulce árbol donde la vida empieza con un peso tan dulce en su corteza».
Jaime Aceña Cuadrado cmf.