EL INMACULADO CORAZÓN DE LA VIRGEN MARÍA 19 de Junio 2020
El misionero Apostólico P. Claret conoció el sufrimiento de muchas personas a las que misionaba; no encontraban la Paz de la Fe porque dominaba en el ambiente las teoriás rigoristas jansenistas; se le abrieron los cielos cuando descubrió en París la devoción al Inmaculado Corazón de María. Desde su Corazón, María abre a los fieles las fuentes de la Misericordia: el Corazón de su Hijo que nos lleva al Amor del Padre.
Lo que siempre ha sido imposible para el voluntarismo humano, María, desde su Corazón de Madre, nos lleva a la fuente de la Gracia, que es regalo del Amor del Padre en su Hijo Jesús.
La expresión «Corazón de María» designa la persona misma de la Virgen, el centro y la fuente de su vida interior. Claret emplea el símbolo de la Fragua para mostrar la identidad de María: «llena de Gracia», el Espíritu le plenifica y Ella moldea y forma a los Misioneros Claretianos; el Corazón de María contagia los dones del Espíritu a quienes la invocan y confían su vida: Fortaleza, Sabiduría, Entendimiento, Paz…
Es Corazón Inmaculado, inmune al pecado; es Sabio porque conservaba las palabras y los detalles relacionados con la salvación; es Dócil porque obedeció como esclava del Señor; es Humilde porque aprendió de su Hijo , manso y humilde de corazón; es Sencillo, libre de toda duplicidad, se abrió a la única Verdad que hace libres; es Firme en la aceptación de la voluntad de Dios, está de pié junto a la Cruz y alienta la Esperanza de los Apóstoles en la promesa del Espíritu Santo; es Madre de la Iglesia, modelo de discípula evangelizadora.
Tomo del oracional claretiano:
«Corazón de María: abrazo maternal de Dios; fidelidad de nuestro «sí»; compañía en nuestra soledad; luz en nuestras noches; certeza en nuestras dudas; Guía en nuestro camino; palmera en nuestro desierto; que seamos cristianos comprometidos; que vivamos la coherencia del Evangelio. Que como Tú, demos a nuestro mundo un Dios de paz…un Dios de amor».
Jaime Aceña Cuadrado cmf.