DOMINGO XV del T. O.: 12 de Julio de 2020
«Salió el sembrador a sembrar»…
Cristo nos revela al Padre comunicándonos su Palabra. Hoy lo hace con la parábola del Sembrador. Cristo siembra la Palabra en el corazón de cada uno, en el corazón de cada Comunidad, de cada familia. La Palabra da fruto dependiendo del terreno, de la acogida o no. (Evangelio). Si mi corazón es duro como el camino, las aves del cielo se comen la semilla: la Palabra no resuena porque sigo muchos mensajes; si mi corazón está ahogado por las preocupaciones y pasiones, la Palabra no tiene sitio ni aire , ni sol para crecer; si mi corazón es humano, bueno…la Palabra da siempre fruto (ciento, sesenta, treinta). Es un aldabonazo para sacudir nuestra modorra, para abandonar nuestra rutina: preparemos el terreno, nuestro surco, para que Cristo pueda sembrar su Palabra.
La Palabra de Dios es viva, fecunda , como la lluvia y la nieve que empapa la tierra, «así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía» (1ª lectura).
El salmo 64 expresa la acción de gracias a Dios por la cosecha; podemos hacer con este salmo una plegaria de acción de gracias por la semilla de vida eterna que el Padre , por Jesucristo, ha sembrado en nosotros: «la semilla cayó en tierra buena y dio fruto…Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua»…
Vivimos en un caos social…descalificaciones, prejuicios; los dirigentes de los pueblos no se ponen de acuerdo para luchar por el bien común, contra la pandemia…pero las personas de a pié tampoco logramos convivir como hermanos; «la Creación expectante está aguardando la manifestación de los hijos de Dios»; vivimos con la esperanza de que la creación misma se verá liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios» (2ª lectura).
No olvido la sonrisa de aquella enferma joven de cáncer que en su agonía encontró fortaleza y esperanza en este texto de S. Pablo: «gemimos en nuestro interior aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo».
Jaime Aceña Cuadrado cmf.