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DOMINGO XVIII del T. Ordinario 2 de Agosto de 2020

«Comieron todos hasta quedar satisfechos».


La situación de los pobres y marginados es lugar preferente de Jesús para revelar al Padre, para dar a conocer el Reino de Dios que Él inaugura. Jesús es el Pan que da la Vida a los que tienen hambre, a los que sufren, a los pobres que sienten necesidad de Él y olvidan la comida por escucaharle (Evangelio). Nosotros solemos desentendernos fácilmente de los necesitados; el Maestro, con su proceder, nos urge: «dadles vosotros de comer».

¿Qué hacer cuando nuestro pueblo está en despoblado, confinado o asustado por la pandemia?. Hoy nos hace pensar el proceder de Jesús; no olvida el hambre que padeció el pueblo de Israel y que Dios -el Padre- le alimentó con el maná, signo de la fidelidad de Yahvéh a la Alianza con su pueblo. El profeta con su palabra apaga la sed y sacia el hambre de los necesitados (1ª lectura), porque no sólo de pan vive el hombre, sino de la Palabra de Dios.

Pero también vive de saciar el hambre del cuerpo; los empobrecidos y hambrientos son los preferidos del Señor; a través del alimento material, como el maná, el banco de alimentos de hoy, alimentos perecederos, el Maestro nos provoca el hambre y la necesidad del Pan que ha bajado del cielo y da la Vida eterna : la carne y sangre de Cristo, sacramento de nuestra fe. Cáritas es puente y signo real del Reino de Dios si multiplica los panes y ama con la fuerza del Pan de Vida, a ejemplo de Jesús.

El Señor realiza maravillas en favor nuestro; nos identificamos con la alabanza del salmo 144: «que todas las criaturas -y nosotros con ellas- te den gracias, Señor»…»abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores».

La Esperanza cristiana tiene su certeza en la fidelidad de Jesucristo, muerto y Resucitado por nosotros (2ª lectura). Jesucristo no puede dejar de amarnos…en las angustias y tribulaciones salimos victoriosos porque no deja de amarnos Él…»ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro». Es nuestra firme Esperanza, que experimentamos a diario si mantenemos la intimidad con el Señor.

Jaime Aceña Cuadrado cmf

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