DOMINGO XIX del T. Ordinario 9 de Agosto -2020
«Animo, soy yo, no tengáis miedo»
¡Cuántas veces nos preguntamos si Dios está con nosotros, con cada uno, con la familia, con la comunidad parroquial!. El profeta Elías experimenta la presencia salvadora de Dios en la suavidad del susurro (1ª lectura). En el terremoto, en la tormenta, en el viento huracanado «no estaba el Señor»; está en el susurro, casi imperceptible, penetrante y eficaz para quien le espera vigilante. Hoy las prisas, los horarios, la contaminación acústica nos pueden impedir escuchar el susurro de Dios.
Las personas prescindimos de Dios con facilidad; buscamos seguridad en objetivos humanos. Si queremos vivir comprometidos y mantener la amistad con Dios imitemos el ejemplo de Jesús que al terminar su jornada ,»después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar» (Evangelio).El lago, la barca lejos de tierra firme…hoy los rebrotes del virus, los Erte sin cobrar, el paro, el miedo al futuro…Jesús anda sobre el agua de nuestra historia y nos dice: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo»…que aunque dudemos, como Pedro, nos postremos ante Él diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios». Jesús es presencia de Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) en cada uno y en medio de su Pueblo.
Israel, al volver del destierro canta la fidelidad del Dios de la Alianza con el salmo 84: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación»…nosotros que estamos con Cristo resucitado cantamos: «la salvación está en verdad, cerca de sus fieles yla gloria habitará en nuestra tierra».
S. Pablo profundiza en el misterio de la infidelidad de Israel en los cap. 9-11 de la carta a los Romanos. Israel es un pueblo privilegiado :
«adoptado como hijo», «la gloria de Dios» se manifiesta en el tabernáculo, «las Alianzas» (Abrahám, Isaac, Jacob, Moisés), «las promesas mesiánicas», «los Patriarcas» y «el mismo Cristo» según la carne. Pueblo agraciado e infiel; si nos queremos mantener como Pueblo de la Nueva Alianza, confesemos con el Apóstol la fe en el Mesías, «el que está por encima de todo» (2ª lectura). Confesar la fe es vivir en Él.
Jaime Aceña Cuadrado cmf.