DOMINGO XXXII del T. Ordinario 8-XI-2020.
«Que llega el esposo, salid a recibirlo».
El capítulo 24 de S. Mateo anuncia la Venida del Hijo del Hombre. Con imágenes apocalípticas nos ofrece su poder de salvar, dirá la Palabra definitiva sobre nuestro destino final. A este capítulo le siguen tres parábolas con un mensaje común: «vigilad…porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre»; son las parábola de las vírgenes sensatas y las vírgenes necias, la de los talentos y la del juicio final.
Somos hijos de la luz;ante nosostros se abren dos caminos: prolongar la Luz de Cristo para que el mundo crea o vivir sin esa Luz porque preferimos las obras de las tinieblas.
Las doncellas sensatas iluminan con sus lámaparas llenas del aceite de la Caridad y de la unción del Espíritu (Evangelio). Llevar las lámparas encendidas o apagadas, sin aceite, es responsabilidad de cada bautizado; creer y esperar al Esposo que va a llegar, no lo puedo hacer por otro; vigilar o no vigilar, esperar o no esperar al Esposo, he ahí la cuestión, he ahí lo más importante de nuestra vida.
El aceite de las lámparas lo identicamos, también, con la Sabiduría de Dios que nos busca y sale a nuestro encuentro (1ª lectura); «pensar en ella es prudencia consumada».
Dios nos ofrece su Sabiduría, sale a nuestro encuentro; respondamos con anhelo «como tierra reseca, agostada, sin agua» (Salmo 62). La Sabiduría es agua vital, bendición, gracia que vale más que la vida, auxilio, sombra en el bochorno; identifiquemos la Sabiduría con los dones del Espíritu Santo.
En la Parusía, en la Venida del Señor se realizará la resurrección y transformación plena de las personas, resurrección y transformación iniciada en esta vida. Todos saldremos al encuentro del Señor, vivos y muertos (2ª lectura). La vida Eterna, iniciada mientras peregrinamos aquí, llega a plenitud cuando venga a nuestro encuentro el Hijo del Hombre; ahora y entoces la Vida Eterna es «estar siempre con el Señor»; vigilamos, mantenemos el aceite y la lámpara encendida si estamos con el Señor y cumplimos su voluntad.
Jaime Aceña Cuadrado cmf.