DOMINGO IVº DE ADVIENTO 20-XII-20
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»
El «resto» fiel de Israel a la Alianza, mantiene la esperanza en el Mesías a lo largo de la historia; cuando se constituye en Reino, el profeta Natán proclama que las bendiciones de Dios al rey David son bendiciones para el Pueblo. Anuncia al Rey que «Yahvéh te construirá una casa» y esta «casa» será el único Templo que Yahvéh desea para sí en el mundo: Jesús-Mesías. Le promete que su Reino permanecerá para siempre(1ª lectura).
Dios prometió a David un linaje perpetuo…y aunque David peque, aunque Israel sea infiel a la Alianza, aunque la Iglesia cristiana olvide con frecuencia a su Señor…»la misericordia del Señor es un edificio eterno» ante el cual surge espontánea la plegaria: «cantaré eternamente las misericordias del Señor» (Salmo 88).
Aceptamos lo que los profetas escribieron acerca del Mesías a la luz de la Encarnación; el Evangelio que Pablo predica es Jesucristo, Buena Noticia porque en Él se cumplen las promesas; participemos de su gloria (2ª lectura).
Busquemos la fuente-origen de la alegría navideña en esta Virgen nazarena a la que saluda el ángel Gabriel: «alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Evangelio). El Amor fiel, original, de Dios encuentra en María la respuesta que inicia la Nueva y definitiva Alianza: «he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según t Palabra».
La Virgen María se entrega así porque ha sido «agraciada» por Dios. Ella obedece por amor a Dios y a nosotros; su «hagase en mí» recrea la naturaleza humana; es como si Dios le pidiera permiso para iniciar la Nueva Creación…por Fe prolongamos nuestra gratitud a Dios, proclamamos a María Estrella que nos guía al encuentro del Dios Encarnado -el Hijo-; compartimos su asombro por las maravillas que Dios realiza en Ella y, por Ella, en nosotros, para que recuperemos la identidad original, para que volvamos a ser su imagen y semejanza.
Contemplemos el Misterio: un Niño nos va a nacer; los profetas le llaman «Enmanuel -«Dios con nosotros»-; el ángel, María y José le llaman Jesús -«Salvador-.
Jaime Aceña Cuadrado cmf