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DOMINGO XI del T.O.: «El Reino de Dios…grano de mostaza».


Hoy la Palabra ofrece la paradoja del Reino de Dios, la paradoja de la fe: lo pequeño es grande; en lo contradictorio está la realidad ( Simone Weil). Dos parábolas en el Evangelio: la primera compara el Reino de Dios con el crecimiento progresivo de una semilla; el Reino tiene en sí mismo una fuerza interior (el Espíritu) que le lleva progresivamente a su total perfección en nosotros. La segunda, el grano de mostaza, destaca la desproporción entre la semilla diminuta y el desarrollo que alcanza.

La primera lectura está profundamente relacionada con la paradoja evangélica. Las personas humanas hemos buscado y buscamos la seguridad en lo grandioso, en los poderosos, simbolizados en los cedros del Líbano; ese no es el camino de Dios; el Señor «arranca» una rama tierna, la planta y se hará un cedro noble; Dios «humilla los árboles altos y ensalza los árboles humildes, seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos».

Urge nuestra conversión al camino y a las paradojas de Dios para «crecer como la palmera…en los atrios de nuestro Dios» (Salmo 91).

Esta conversión y confianza en los caminos del Señor no nos evita la muerte: aunque nos angustia y querríamos vernos libres de ella, la podemos afrontar con esperanza: morir es hecho previo a «estar con el Señor»…con la muerte acabará nuestro «destierro lejos del Señor».
«En destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle». (2ª lectura).
Cómo resuena otro texto de S. Pablo: «deseo morir para estar con Cristo». O Santa Teresa de Jesús: «…ansiosa de verte, deseo morir».

Jaime Aceña Cuadrado cmf.

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