«…El que quiera ser grande, sea vuestro servidor»
DOMINGO XXIX del Tiempo Ordinario 17 de Octubra de 2021
Jesús, mientras camina con los Apóstoles a Jerusalem, les anuncia por tres veces su destino de muerte y Resurrección porque «el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos» (Evangelio).
Los Apóstoles no le entienden; su rechazo al Camino de Jesús y su destino ¿refleja, también, nuestro rechazo hoy?. Al primer anuncio se opone Pedro: «¡eso no puede pasarte!»; al segundo anuncio reaccionan discutiendo quién es el más importante entre ellos; al tercer anuncio Santiago y Juan le dicen a Jesús lo que tiene que hacer con ellos: sentarlos a su derecha y a su izquierda «en su gloria».
Los otros diez se indignan contra los dos hermanos Zebedeos porque tienen la misma ambición de poder cuando Jesús empiece a reinar…¿nos mueve a nosotros la misma ambición de poder, aunque sea en parcelas pequeñas como la familia, la parroquia, el trabajo…?. En ese caso estaríamos en la misma situación que los Apóstoles, sin comprender que el camino de la gloria de Jesús es servir y entregar la vida; nos cuesta asimilar que sólo se llega a la Gloria plena si bebemos el cáliz de Jesús y participamos en su Bautismo de muerte y resurrección.
En el Evangelio Jesús se identifica con el Siervo de Dios que lleva su obediencia hasta la muerte: «con lo aprendido mi Siervo justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos» (1ª lectura). La gloria sustituye a la humillación, el gozo a las injurias, la luz a la cruz.
Si oramos el salmo 32, nuestra fe se robustece «porque la Palabra del Señor es sincera…y su misericordia llena la tierra…Él es nuestro auxilio y escudo»…porque Dios hace a su Siervo fuente de justicia, de Vida eterna.
El Siervo Jesús, Sumo Sacerdote, ha entrado en los cielos, «se compadece de nuestras debilidades»; acontece la salvación cuando nos reunimos en su nombre y nos «acercamos con seguridad -con fe- al trono de la gracia para alcanzar misericordia» (2ª lectura). Siempre Jesucristo.
Jaime Aceña Cuadrado cmf.