DOMINGO VIIº del Tiempo Ordinario 19-2-2023
«Yo, en cambio, os digo…»
El pueblo de Israel está llamado a parecerse a Dios porque tiene que tratar con Él: «sréis santos, porque yo, vuestro Dios, soy santo»; es propio de la santidad de Dios perdonaar, amar al prójimo venciendo odios y venganzas; esta es la vocación del Pueblo elegido. (1ª lectura).
El salmo 102 motiva nuestra respuesta a la llamada de Dios a que seamos santos: «el Señor es compasivo y misericordioso»; «como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles»…
En el Evangelio la llamada a la santidad aporta compromisos nuevos; el discípulo de Jesús está llamado a amar al enemigo y a orar por el enemigo en la intimidad de la oración; son compromisos nuevos, propios de un hijo de Dios. (Evangelio). El espíritu filial hace posible al cristiano descubrir un hermano en el que le odia o le hace la vida imposible. Jesús actualiza la llamada del Levítico: «sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» -que manda la lluvia y el sol sobre justos y blasfemos-.
El cristiano es templo de Dios, consagrado al servicio de Dios, cuya gloria es que todos vivan y lleguen al conocimiento de la Verdad (2ª lectura). Si el discípulo no se corrompe con las seducciones de este mundo, puede encauzar y ofrecer al Padre toda la Creación…»todo es vuestro»; todas las cosas reciben unidad en el discípulo de Jesús, piedra angular del nuevo Templo, para que pueda ofrecerlas y bendecir al Padre desde el corazón del Maestro, la piedra angular que da consistencia a la comunidad de personas que aceptan y viven el Bautismo.
Jaime Aceña Cuadrado cmf.