DOMINGO IIº T.O. día 20 de enero-19
«Haced lo que Él diga»
Jesús realiza el Reino de Dios con sus palabras y acciones. Su palabra está avalada por su vida; sus obras revelan quién es y qué nos ofrece. Su vida no es de «super-estrella», lleva una vida normal.
Jesús y su madre están invitados a una boda en Caná de Galilea (Evangelio). En plena fiesta se acaba el vino; su madre le hace saber a Jesús el apuro de los novios; la insistencia de María es preludio del primer signo mesiánico de Jesús: «haced lo que Él diga»-dijo a los sirvientes-. El signo-milagro del agua convertida en vino exprresa la novedad liberadora que inaugura Jesús-Mesías. lo que ocurre ese día en Caná, acontece en las comunidades reunidas hoy en el nombre de Jesús si escuchamos su Palabra y creemos lo que dice, si obedecemos como los sirvientes…entonces la tristeza y rutina que simboliza el agua se convierte en vino abundasnte que simboliza la Alegría de la Nueva Alianza. La fe de los discípulos se fortalece. ¿Experimentamos la salvación en nuestras celebraciones, en nuestra convivencia?.
Dios ama a su pueblo, le sigue llamando aunque sea idólatra y le dé la espalda. El amor de los esposos sirve al profeta Isaías para expresar la relación fiel y gratuita de Dios con su pueblo: …»porque el Señor te prefiere a tí y tu tierra tendrá marido…la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo». (1ª lectura). Todos los pueblos son llamados a unirse a la alabanza del único Señor (salmo 95).
El matrimonio es fruto de Reino de Dios en la sociedad. Celebrar la Eucaristía nos compromete a educar en el amor a niños, adolescentes y jóvenes de nuestras familias y parroquias. El milagro de las bodas de Caná nos invita a tomar el pulso a nuestros compromisos; a caer en cuenta si vivimos del amor y para el amor.
El Espíritu nos regala diversidad de dones para que vivamos nuestra vocación al amor, construyendo el bien común. (2ª lectura). Si nos dejamos educar por el Espíritu no buscaremos el provecho personal utilizando al prójimo; este es el origen de todo sufrimiento, de tanta injusticia. El Espíritu nos impulsa a servir, a entregar la vida; este es el vino nuevo que Jesús ofrece.
¿Qué dones o carismas he recibido del Espíritu?, ¿los empleo para el bien común
o para el provecho propio?. Escuchemos a María, la madre, que nos invita a realizar lo que Jesús dice para llenar nuestras tinajas vacías, para sanar tantas vidas equivocadas.
Jaime Aceña Cuadrado cmf
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