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SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

1 de Enero de 2021: «Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón»


¡Cuántos buenos deseos expresamos para el año que comienza, el 2021 después del nacimiento de Cristo!; ¡qué alivio salir del 2020!; los buenos deseos son Bendiciones cuando invocamos el nombre de Dios sobre la familia, sobre un amigo, sobre la comunidad parroquial. El nombre de Yahvéh está unido a Israel como el nombre de una esposa a su marido; la invocación a Dios es fuente de Bendición: «¡ilumine su rostro sobre tí y te conceda su favor; el Señor se fije en tí y te conceda la paz» (1ª lectura). La experiencia de este año 2020 ¿nos va a hacer mejores?. Ese compromiso lleva consigo la Bendición.

A jesús le encuentran los pastores con María, su Madre, y con José. Si el ideal del resto fiel de Israel era escuchar la Palabra de Dios, María es modelo ideal del pueblo por su «sí» (hágase) a la voluntad de Dios; María es Madre por su apertura a la Palabra de Dios. Su maternidad es dolorosa: turbación, intemperie, dolor anunciado (Evangelio). La voz de Dios le llega por su Hijo, por el anciano Simeón, por los pastores; «María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón». María es peregrina de la Fe; su maternidad no culmina en Belén, ni en la presentación de Jesús en el Templo; culmina en la Cruz.

El pueblo de Israel cantaba el salmo 66 para agradecer la cosecha a Dios; al recitarlo hoy en Asamblea liyúrgica expresamos la gratitud al Padre por el nacimiento del Niño, porque el Señor tiene piedad y nos bendice y rige nuestra convivencia fraterna con rectitud hasta la plenitud pascual.

La Encarnación-el Nacimiento de Cristo realiaza, cumple, una larga esperanza humana (2ª lectura). Con Él se inicia la plenitud de los tiempos porque Jeús, el Cristo, nos hace hijos de Dios si acigemos su Venida, su Luz; nos libera de la esclavitud mosaica; nace de mujer, sometido a la ley; así entra en nuestra historia, en nuestra condición humana; tiene madre; siendo semejante a nosotros, menos en el pecado; «pasando como uno de tantos», nos libera de la ley, haciéndonos en Él hijos del Padre y hermanos.

Hoy es Jornada Mundial de Oración por la Paz; esta Jornada nos urge a imitar a María que acoge de Corazón al Príncipe de la Paz
y obedece la voluntad de Dios, que envía a su Hijo, nacido de Ella, para salvar a todos. Que seamos artesanos de la Paz en la convivencia
familiar, vecinal, laboral…

Jaime Aceña Cuadrado cmf.

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