DOMINGO IIIº DE PASCUA 18 de Abril de 2021
«Paz a vosotros…¿por qué os alarmáis?
Señor: nos alarma la desorientación social que vivimos; nos alarma la pandemia que ha derribado nuestras seguridades habituales, las muertes que provoca, el paro, el futuro de los jóvenes; necesitamos tu Luz, Señor Resucitado. La esperanza y la salida del túnel que nos amenaza llegará con el compromiso de los que celebramos la Pascua por una convivencia fraterna, que denuncie la pasividad o mentiras de los que nos gobiernan y que ofrezca sincera colaboración a los políticos e instituciones que trabajan por la justicia.
Otro mundo es posible. La Fe nos permite escuchar hoy el saludo del Resucitado: «La Paz os dejo…¿por qué os alarmáis?» (Evangelio). Jesús nos ayuda a superar la perplejidad incrédula del «¡no me lo puedo creer!» porque se deja tocar y comparte la comida con los apóstoles; se deja tocar si amamos, comparte la Comida en la Eucaristía. Con Él superamos el miedo y nos invade la alegría porque su Vida vence la muerte y la historia puede cambiar si salimos a su encuentro o dejamos que nos encuentre.
La Catequesis de Pedro une el anuncio del perdón a los que hemos asesinado al autor de la Vida, con las obras de liberación y sanación que Jesús hacía, que hoy continúa realizando la comunidad de su Iglesia. «Arrepentíos y convertíos» (1ª lectura). ¡Cuántos miles de acogidos y renacidos a la Vida en el servicio de Cáritas y en el ministerio Litúrgico!; ¡cuántos buenos samaritanos levantan y hacen andar a los asaltados en las encrucijadas de la vida!.
Nos encuentra el Resuictado si guardamos sus mandamientos (2ª lectura). Nos encentramos con Él si su Palabra es fuente de Sabiduría y nos guía en nuestros caminos. Necesitamos que el Señor haga brillar sobre nosotros el resplandor de su rostro; que sea nuestro Amigo y Maestro de verdad, no por costumbre. Nos llama «amigos» -no siervos- y nos revela lo que está escrito sobre Él: «el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos comenzando por Jerusalem». Aquí radica nuestra firme Esperanza: el Resucitado puede convertir nuestra historia en lo que el Padre quiere.
Jaime Aceña Cuadrado cmf.