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Domingo de Pentecostés 23 de Mayo de 2021.

«RECIBID EL ESPÍRITU SANTO»


Jesús había repetido a sus discípulos: os conviene que yo me vaya, así podré enviaros el Espíritu Consolador.; también le denomina el Espíritu de la Verdad, Paráclito o Fuerza de lo alto, Defensor…El Resucitado se encuentra con ellos y se lo da: «Recibid el Espíritu Santo: a quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se lo retengáis les quedan retenidos» (Evangelio). La Resurrección de Jesús cumple la Promesa del Espíritu Santo y el perdón de los pecados. Son el contenido de las Catequesis Apostólicas a partir de Pentecostés.

Después de la Ascensión los Apóstoles perseveraban «en oración con María, la madre de Jesús». De repente «un viento recio»…»unas llamaradas que se posaban sobre cada uno»…lo que ocurre en su interior es inefable: no están abandonados a su suerte, a su debilidad; el Espíritu prometido les transforma y salen de su escondite a dar testimonio de que el Crucificado vive y en su nombre se nos perdonan los pecados (1ª lectura). Han necesitado profundizar en la experiencia del Espíritu desde el primer encuentro con el Resucitado; comienza un tiempo nuevo, una nueva Creación, una nueva ley; es el tiempo de la Igleia -nuevo Pueblo de Dios- impulsada por el Espíritu a dar testimonio del Resucitado.

¡Qué pequeñas se quedan las palabras para expresar este nuevo nacimiento!; acudimos a símbolos que sugieren más que dicen: no hay consuelo como el tuyo, dulce Huésped del alma, nuestro descanso en las horas de fuego; mira el vacío del hombre si Túle faltas por dentro; riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, salva al que busca salvarse , (Secuencia).

La nueva humanidad, reconciliada y reconciliadora, ha comenzado porque «hemos sido bautizados en un mismo Espíritu» (2ª lectura); vivimos Pentecostés si aceptamos nuestro Bautismo, si nos abrimos a las inspiraciones del Espíritu y abandonamos las obras de la carne. las obras del egoismo.

Caigamos en cuenta de la presencia alentadora del Espíritu en los matrimonios y consagrados, en tantos trabajadores que hacen posible nuestra vida, en los catequistas, en los misioneros -laicos, consagrados y sacerdotes- que arriesgan su vida en pueblos azotados por la pandemia, la guerra, las injusticias o en pueblos esclavizados por el consumo o por ideologías contrarias a la fe. El Espíritu se mueve en toda obra buena que contribuye a la dignidad de las personas, a su liberación, a su encuentro con el Señor Resucitado. El Espíritu actúa y transforma si los discípulos imitamos el compromiso del Maestro, si Vivimos en Cristo.

Invoquemos al Espíritu: danos Sabiduría para mirar con los ojos del Padre y amar desde su corazón, como Jesús; danos Entendimiento que ahuyente dudas, tibiezas y desconfianzas en nuestra relación con Dios y con los hermanos; danos Fortaleza que nos libre de la esclavitud de la débil voluntad y de las cobardías en los conflictos y tentaciones, que nos libre del respeto humano.Danos Piedad para estar gozosos en las cosas del Padre y comprometidos en las situaciones del prójimo. Danos Consejo que nos libre de imprudencias y murmuraciones que dividen y hacen imposible nuestra convivencia fraterna; danos Ciencia que nos libre de los engaños de la falsa ciencia mundana, convertida en propaganda ideológica que nos esclaviza; danos Temor de Dios para abandonarnos en su brazos con la confianza de los niños, como Carlos de Foucauld.

Jaime Aceña Cuadrado cmf.

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