DOMINGO XXV del Tiempo Ordinario 19 de Septiembre
«discutían por el camino quién era el más importante».
La personalidad de Jesús (valores, obras…) chocan frontalmente con el ambiente cultural mayoritario que vivimos; hemos hecho muchos intentos de controlar a Dios y sus iniciativas…pero es insobornable. Incluso hemos intentado domesticar a los amigo0s de Dios, «los justos» del libro de la Sabiduría (1ª lectura), que describe al justo perseguido: lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura…lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él». Muchos creyentes son acechados en sus trabajos, en sus familias…sufren como Jesús, modelo de «los justos».
El salmo 53 invita a todos los creyentes a orar, confiados en Dios, a darle gracias porque «Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida»; esta unión con el Padre hizo posible la entrega obediente de Jesús por amor a todos nosotros.
Pero en aquel tiempo, y en estos tiempos actuales, no cabe un Mesías que tenga que pasar por la humillación y por la condena a muerte (Evangelio). En el camino, Jesús les prepara para los acontecimientos que se avecinan en Jerusalem: su condena a morir en la Cruz, su Resurrección…ellos prefieren discutir quién era «el más importante». Hoy corremos el mismo peligro: vivir como discípulos sin esta Esperanza porque estamos esclavizados por lo material, el prestigio o el qué dirán de mí.
Olvidamos en la práctica la novedad de Jesús: «quien quiera ser el primero, que sea el último de todos». Jesús pone en medio un niño para que nos contagie humildad y confianza; quien sirve con más amor es el primero en la Comunidad de Jesús.
Supliquemos la verdadera Sabiduría a Dios «que es pura, amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia…» (2ª lectura). El espíritu del mal pretende engañarnos con astucia, como en la narración del Paraiso; su engaño está presente en la vida diaria: luchas, codicias, ambiciones, asesinatos…Santiago nos exhorta a orar bien, suplicando la verdadera Sabiduria que es la voluntad de Dios encarnada en nuestra existencia.
Jaime Aceña Cuadrado cmf.