DOMINGO XXVII del T. Ordinario 3 de Octubre de 2021
«¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»
Esta pregunta de los fariseos, muchos se la harían hoy a Jesús; otros muchos ni se la palntearín porque han convertido la sexualidad en sexo paara el disfrute o el consumo social (páginas de contactos, internet…).
En el ambiente de hoy dos corrientes marcan las pautas de comportamiento, lejos de la propuesta del Génesis que Jesús avala: por un lado el feminismo exacerbado que lleva la lucha de clases del marxismo a la relación mútua del hombre-mujer; como los proletarios están en lucha con los burgueses, también están en lucha mujeres-hombres (ideología de género). en segundo lugar, muchos entienden el amor como una simple emoción; cuando la emoción se enfría, el amor ha desaparecido y los vínculos personales y legales también.
¿Qué aporta Jesús?; ¿qué contesta?: cita al Génesis 1,27-2,24 y proclama que la voluntad de Dios es que sea unión permanente la del hombre con su mujer y la de la mujer con su hombre; el varón y la mujer forman una «nueva carne», se complementan, unen sus destinos con ternura y pasión, se aman porque Dios les ha creado a su imagen (Evangelio). Comparten la misma condición; ni uno ni otra pueden romper el compromiso que Dios ha unido; nadie tiene potestad para hacerlo entre los creyentes; ¡qué responsabilidad tienen padres, educadores, sacerdotes…para educar en el amor contagiando madurez en sus compromisos sucesivos de amor, hijos,amigos, novios…cada uno dando ejemplo en su vocación.
El amor verdadero plenifica a las personas; Maestro de esta Vida plena es Jesucristo porque es víctima y sacerdote., nos santifica con su sangre que purifica; por ser hombre verdadero es solidario con todos, nos llama «hermanos»; por ser hombre se rebajó hasta hacerse semejante a nosotros menos en el pecado; por ser verdadero Hijo de Dios resucita, intercede por nosotros y nos precede, como Cabeza del cuerpo, en la Gloria, plenitud del Reino( 2ª lectura); el amor conyugal se plenifica en el Reino, en «la casa del Padre».
El salmo 127 convierte el amor conugal en oración de alabanza: «tu mujer como para fecunda, en medio de tu casa; tus hijos como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa». ¡Es hora d educar y vivir el proyecto original de Dios!…otras medidas contra la violencia de género no solucionan la raíz del problema, como nos recuerdan las noticias diarias…
Jaime Aceña Cuadrado cmf.