«Comienzo de la Buena Noticia de Jesucristo, el Mesías,el Hijo de Dios» (Evangelio). Marcos sintetiza el mensaje del Bautista: conversión urgente al camino del Mesías pobre, mostrado en la vida austera de Juan, «voz que clama en el desierto».
«Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos».
«Comienzo de la Buena Noticia de Jesucristo, el Mesías,el Hijo de Dios» (Evangelio). Marcos sintetiza el mensaje del Bautista: conversión urgente al camino del Mesías pobre, mostrado en la vida austera de Juan, «voz que clama en el desierto».
¿Por qué tomar el camino de este Mesías anunciado por el Bautista?: porque con Jesús comienza algo nuevo; con Él iniciamos una vida nueva, liberados, alegres, seguros, sin miedos. Con Jesús-Mesías descubrimos al Dios amigo del hombre. No es Mesías fuerte, ni guerrero; no es «el Hijo de Dios» poderoso, sino profundamente humano, hasta el punto que nos identificamos con la confesión del centurión cuando le ve morir en la Cruz: «verdaderamente este hombre era Hijo de Dios»; el evangelista Marcos pretende que nos encontremos con este Mesías y que lleguemos a la fe del centurión.
Isaías anuncia al pueblo que va a comenzar la vuelta del destierro; será como un nuevo Éxodo, más glorioso que el primero, más apasionante que la larga marcha desde Egipto hasta la Tierra Prometida.( 1ª lectura). Dios está ya con nosotros si allanamos los valles de la tristeza o las colinas del orgullo; Dios ya nos pastorea, nos reúne, nos cuida y apacienta; es la voz que clama en el desierto que antecede a la voz del Bautista.
Nosotros, los creyentes de hoy, conocemos la salvación realizada por Cristo, pero experimentamos las ruinas de nuestra debilidad, como el antiguo Israel; suspiramos por una salvación total: «muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación» (Salmo 84).
La segunda carta de S. Pedro está anunciando la segunda venida de Cristo, que está muy por encima de nuestras categorías humanas de medir el tiempo; nos invita a esperar en el Señor sin cronología, sin calendario: «mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con Él» (2ª lectura).
Jaime Aceña Cuadrado cmf