DOMINGO 5º DE CUARESMA 18 DE MARZO
«Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto»
El conflicto de las autoridades judías con Jesús está servido. El Evangelio de hoy nos acerca a las causas del rechazo y condena contra Jesús.
Algunos griegos querían ver a Jesús a la luz del día. Felipe y Andrés se lo dicen a Jesús, que prepara a todos a vivir la pasión con tres mensajes: Primero: «ha llegado la hora de que sea glorficado el Hijo del hombre»; su gloria es la entrega obediente hasta la muerte en Cruz.: «cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».
Segundo: No se puede engendrar vida sin dar la propia: «si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no da fruto»; es el compromiso de erradicar el sufrimiento , fruto de la falta de amor en el corazón de cada uno y en la convivencia social.
Tercero: «El que se ama a sí mismo, se pierde»…el servicio desinteresado es para todos fuente de salvación; Jesús es el camino para hacer real su propuesta de cambio interior para que cambie nuestra vida.
Jeremías consuela a Israel y nos consuela a los creyentes de hoy: Dios es fiel y mantiene su Alianza; no abandona su propósito de salvarnos «porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor- cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados».( 1ª lectura).
Necesitamos reconocer la presencia de Jesús, que sufre y obedece al Padre e intercede por nosotros porque es el autor de la Salvación eterna para cuantos le siguen en medio de la indiferencia de hoy (2ª lectura).
Nos identificamos con el salmo 50 para nuestra oración cuaresmal: «Misericordia, Dios mío por tu bondad…renuévame por dentro con espíritu firme…devuélveme la alegría de tu salvación».
Y celebramos el día del Seminario Diocesano. El ministerio ordenado actualiza la entrega de Jesús que prolonga la Alianza del Padre con todos nosotros., su Pueblo de sacerdotes, que incorporados a Cristo por nuestro bautismo, llegamos a ser siervos de amor «desde el corazón», sin privilegios, abiertoa a la voluntad del Padre. Somos profetas, sacerdotes y reyes; encarnamos el misterio de Cristo.
Jaime Aceña Cuadrado cmf